Comprar el Puzle de cuatro piezas

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Podéis leer el comienzo del libro en el enlace de Amazon, pero si aún no estáis convencidos, os dejo algunos extractos para abrir el apetito.

El cántico aumentó de volumen hasta ser un grito ronco acompañado de exagerados aspavientos. Un rectángulo de negrura apareció de repente, su oscuridad era tan intensa que no había duda de su materialidad. Un ente diabólico se hizo presente por un instante, aunque sólo dos ojos multifacéticos se dejaron ver. Brillaban con mil colores diferentes, con una ansiedad y una malevolencia de otro mundo. El rencor de aquel monstruo por los humanos era tal que te golpeaba en el rostro. Su sola mirada, mantenida durante apenas un minuto, consumía a los hombres, marchitándolos por fuera y profanándolos por dentro.

El Gran Maestro apartó la mirada. Pocas veces se había atrevido a una llamada como aquella, pero la situación era de suficiente importancia para arriesgarse. En ese momento, una sombra de arrepentimiento cruzó su mente, aunque ya no podía echarse atrás. Su única posibilidad de salvación era mantenerse firme.

[…]

Así que la breve y electrizante lucha acabó felizmente para el muchacho cuando la bestia agotó sus últimas fuerzas y se desplomó, agujereada por una decena de sitios. Tambaleante pero seguro, con esfuerzo, Jerome se puso de pie y contempló con el ceño fruncido y los ojos achinados el cadáver del jabalí.

Sus labios se abrieron enseñando los dientes, de su boca brotó un exabrupto que parecía una carcajada más de locura que de alegría, un grito triunfal, pese al escaso premio obtenido a tan alto precio.

Tras aquel horrible sonido inhumano, el muchacho se enjugó la sangre de los ojos y miró a sus amigos. Era un demonio escarlata, cubierto de fluido vital.

[…]

—Estás yendo demasiado lejos. Como si no hubiera sido bastante con tus nuevas leyes, ahora les acosas.  —Era el príncipe el que había tomado la palabra.

—Las leyes están para cumplirse, eso es todo.

—Sabes que las aceptaron a regañadientes porque había un acuerdo tácito con los soldados para que se mostraran permisivos. Ahora lo has roto.

—¡No tengo por qué soportar a esos animales! —Espetó disgustado.

—Los tradicionalistas son gente poderosa. Quebrar costumbres tan antiguas como los combates de esclavos no hace más que acercarte a la sublevación. Hay que entenderles, llevan toda la vida siguiendo esas costumbres.

—¡Costumbres y un cuerno! Puede que esa llamada tradición tenga muchos años, y que nosotros no hayamos conocido otra cosa. Sin embargo, comparada con la edad de nuestra raza, esa costumbre no es más que fruto de un día. Nuestro pueblo ha avanzado mucho con el paso del tiempo, antaño fuimos salvajes que correteaban por los bosques con un hacha de sílex siempre dispuesta en el brazo. Incluso entonces, cuando no éramos más que seres primarios y la sangre corría con la misma celeridad que el agua de los ríos, no éramos crueles. Fue con la llegada de la estabilidad y la civilización que acabamos aburriéndonos y buscamos diversión en unos combates que nosotros mismos no tenemos el valor de luchar, por eso recurrimos a los esclavos.

—Idealizas un pasado olvidado. ¿De qué te sirven todas esas viejas historias? Tú gobiernas ahora.

[…]

La visión de la mujer abrumó sus sentidos. Leonor era tan preciosa como cuando la conoció, aún más por cuanto la madurez le había concedido una luz especial. Su porte era regio. Habría sido la envidia de una reina de oriente, su lujoso vestido ocre de gasa estaba en consonancia con su aspecto. Así la vio el hombre y por eso fue más dura la caída.

Sintió la duda de la mujer; los segundos se dilataron como si fueran horas. Al fin, sin que se dijeran nada más, ella le reconoció y le abrazó. Olía a flores frescas, su tacto era suave y cálido como el de un bebé.   

[…]

Si queréis saber algo más sobre los personajes, hay una pequeña descripción aquí.

Por si seguís indecisos, os dejo el enlace al primer capítulo de la novela. Avance.  Podéis leer más en la página de Amazon.

Por el momento, esto es todo. Espero que tengáis las armas dispuestas y la presencia de espíritu suficiente para completar El puzle de cuatro piezas.

          

 

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